Creo recordar que era hacia 1973.
Yo tendría 12 años y estaba interno en Villafranca de los Barros, Badajoz. Eran años oscuros.
Los sábados por la noche nos dejaban ver un rato la tele, aquella tele en blanco y negro de nuestra infancia con la que los jerarcas del Régimen manipulaban a su antojo a las masas y las entretenían para que no pensaran mucho en otras cosas, más o menos como ahora, con la diferencia de que entonces los programas tenían mucha más calidad. Había grandísimos profesionales y nadie salía en la pantalla si no era realmente importante.
Uno de aquellos grandes profesionales era José María Iñigo. En su programa "Estudio Abierto" salían los artistas más destacados, tanto consagrados como noveles. Y allí fue donde lo vi. Paco salió solo, con su guitarra, tocando "Entre dos aguas", y ya nada fue igual. Yo era solo un niño, pero me di cuenta de que había nacido algo nuevo, una música nueva, distinta, fresca, con una fuerza y una personalidad enormes que marcaría nuestra vida para siempre.
En cuanto pude me fui a El Corte Inglés y me compré el disco, había una cola enorme para comprarlo, se llamaba "Fuente y Caudal", me lo llevé a casa y lo escuché con veneración durante noches enteras, era sencillamente genial. Los dedos de Paco dibujaban falsetas inimaginables, melodías rabiosamente nuevas, pellizcaban las cuerdas con una mezcla de rabia y dulzura que no dejaba indiferente a nadie, había nacido un genio, alguien que vendría a cambiar para siempre esa música tan rancia que no nos interesaba nada a la gente joven de entonces.
Eran años de dominación musical anglosajona, casi monopolio, Supertramp, Pink Floyd, Eagles, Cat Stevens, Simon & Garfunkel, Elton John, Jimi Hendrix, y sobre todo los Beatles, arrasaban entre la gente joven del mundo y también de España, huérfana de una música autóctona que nos dijera algo, a excepción de algunas cosas de Serrat y los clásicos grupos de Folk que proliferaban entonces como setas.
Pero al llegar Paco todo cambió. Empezaron a surgir cosas interesantes. Era como si Paco hubiera despertado la conciencia de los artistas españoles, que empezaron a revelarse contra todo lo establecido, sirviendo como medio de expresión a toda una sociedad que empezaba a despertar y a pedir cambios. Especialmente de Andalucía, región clásicamente pobre y marginada, fue de donde salieron las cosas más interesantes: Triana, Alameda, Lole y Manuel, Veneno, Gualberto, cada uno de su padre y de su madre, pero todos con una clara influencia flamenca, puede que espoleada por el genio rompedor de Paco, algo de lo que puede que ni el propio Paco fuera consciente...
Luego vinieron aquellos discos maravillosos con su amigo Camarón, otro genio, que consolidaron definitivamente el flamenco como lo que es hoy, una música viva y moderna que emociona a los públicos de todo el mundo, de cualquier edad, raza, idioma o condición social. No faltaron los críticos, como siempre que alguien se sale del cascarón y rompe con lo establecido, pero no consiguieron parar aquella corriente ingobernable de ansias de libertad y cambios en todo.
No contento con poner el flamenco boca abajo, Paco se lanzó a la búsqueda de otras músicas con las que fusionarse, y brilló con luz propia junto a los grandes del Jazz, como Di Meola o Korea, que vieron como aquella guitarra flamenca se ponía a la altura de ellos y a menudo los dejaba en silencio, callados, admirados, alucinados ante aquella forma de tocar desconocida para ellos.
Paco rompió los moldes, viajó por el mundo, tocó en los mejores escenarios, se atrevió también con el sublime "Concierto de Aranjuez" del Maestro Rodrigo, con una valentía y una humildad que fueron siempre la clave de su vida y de su obra. Osadía desde la modestia. Paco fue un revolucionario que no quiso darse nunca importancia. Odiaba la fama y los flashes y era celoso de su intimidad, su familia, sus amigos y su tierra.
Andalucía era todo para él, pero tanto la quería que prefería verla desde fuera. El Caribe era su lugar favorito. Después de cada gira se refugiaba en su casa mejicana junto a aquellas arenas blancas y aquel agua tan clara y se distraía pescando y compartiendo buenos ratos con su familia y sus viejos amigos de siempre a los que nunca olvidó.
Fue un artista único, generoso, prolífico, genial. Tardaremos en digerir su enorme legado, pues la huella que ha dejado en la música es tan honda que pasarán años para que nos podamos dar cuenta de su magnitud.
Yo me quedo con su sencillez, su bondad, su grandeza de ser humano y de creador. Recordaré para siempre aquel concierto en el Alcázar de Sevilla, y el pellizco enorme de sus trémolos morunos. No habrá otro igual. Gracias a él el flamenco, nuestro flamenco, es hoy la música más viva, más hermosa y más admirada del planeta, orgullo de Andalucía, Patrimonio de la Humanidad, y debería ser estudiada en las escuelas como lo que es, nuestra principal seña de identidad como pueblo.
Gracias Maestro, hasta siempre.
jueves, 27 de febrero de 2014
lunes, 17 de febrero de 2014
Er Beti
Soy bético, una pasión irracional, (como casi todas las pasiones), que nos une aproximadamente a un millón de personas de toda España y parte del extranjero, según dicen, aunque nadie se ha molestado en contarnos...
De pequeño no lo tenía muy claro, mi padre era muy sevillista, y mi hermano mayor también, y yo me hice del Córdoba porque nos criamos en un precioso pueblo cordobés junto al Guadalquivir, El Carpio, del que me quedan algunos lejanos recuerdos de infancia, pues salí de allí con cinco años.
Lo del Córdoba se me pasó y poco a poco me fue conquistando el Betis, que era el equipo de mi barrio, pues vivíamos cerca del estadio y los goles se escuchaban fuerte y claro desde mi casa. También contribuyó el beticismo de mi madre, aunque jamás fue al estadio, y sobre todo el de mi querido Abuelo Juan, que era militar y había sido fundador del club a principios de siglo. Siempre lo recordaré acostado en su cama, escuchando a su Betis en aquella vieja radio Philips...dónde habrá ido a parar?
Mi padre nos llevaba los domingos por la mañana a Nervión a ver los partidos del Sevilla Atlético, y alguna vez a los del primer equipo. Recuerdo que aquello no me producía ninguna sensación especial, me daba igual, y cuando algo te da igual te termina aburriendo. El fútbol no se puede disfrutar sin pasión, a no ser que veas a Pelé, Maradona, Cruyff o Messi, que han sido los mejores de la historia.
El Sevilla no me conquistó, supongo que porque en aquella época el equipo que tenía no enamoraba a nadie, aunque había buenos jugadores, como Acosta o Berruezo. Recuerdo aquellos partidos, broncos, con el campo embarrado, la gente protestando y todo el mundo vestido con trajes oscuros, corbatas negras...era un club que había sido grande y andaba en horas bajas, y había un ambiente de cabreo en la gente, lo recuerdo todo muy gris, con poca alegría, poco colorido, aquel campo sin terminar...
Entonces empecé a ir al Betis, con un grupo de amigos del barrio, yo tendría 11 o 12 años, y en aquel equipo brillaba Quino, un gran delantero que luego se fue al Valencia y que al cabo de los años se hizo íntimo amigo mío, a pesar de la diferencia de edad. El equipo del Betis tampoco era gran cosa, pero el ambiente era más gamberro, más divertido y la gente iba al fútbol a pasarlo bien y no a protestar, al menos eso me parecía a mi, aunque también había sonoras broncas, pero incluso en las broncas el Betis era distinto.
Siempre me dio la impresión de que ambos equipos representaban a aquellas dos Españas de las que tanto se ha escrito: la del poder y la de la marginación, la de la ciudad y la de los pueblos, la que no quería que nada cambiase y la que soñaba con grandes cambios, la España del orden y la que soñaba con la libertad... Siempre vi al Betis como el equipo de la gente más "vacilona" y también el de la gente de los pueblos, gentes del campo, que para mí representaban el alma noble y pura de Andalucía.
A principios de los 70 llegó al Betis un húngaro llamado Ferenc Szusza, que fue el encargado de formar aquel mítico equipo que ganó la Copa del Rey en el 77, y cuya alineación nos aprendimos de memoria todos los aficionados españoles de aquella época, en especial su famoso centro del campo: Lopez, Alabanda y Cardeñosa, que se convirtieron en los ídolos de la afición bética y que con el tiempo también se harían amigos míos.
Aquel equipo, de la mano de su Presidente, Nuñez Naranjo, consiguió el milagro de pasar de 6.000 socios a 20.000, venían jugando juntos desde juveniles y lo hacían divinamente, era lo que se dice un equipo, aunque también sufrieron un descenso, justo el año después de ganar la Copa. El Betis siempre ha tenido fama de ser un equipo capaz de grandes hazañas y de tremendas "espantás", por eso le pusieron el apodo de "Currobetis", en referencia al famoso torero Curro Romero, que alternaba tardes de gloria con sonoros sainetes, y que también ha presumido siempre de bético.
Recuerdo que en aquellos años de juventud íbamos mucho a ver al Betis por cualquier rincón de España y hubo una ocasión que me impresionó especialmente. Era un Español-Betis, en el viejo campo de Sarriá, allá por el 79. Yo tenía ya 18 años y me empezaba a dar cuenta de que el Betis era algo más que un club. Cuando entramos al estadio vivimos algo súper emotivo. Había más gente del Betis que del Español, muchas mujeres iban vestidas de flamenca y había banderas verdiblancas por todas partes. La gente cantaba, reía, bailaba y bebía antes de empezar el partido, y cuando el Betis salió al campo, parecía que hubiera salido La Macarena, todo el mundo lloraba, se abrazaba y gritaban vivas al Betis y a Andalucía. Eran los años de la transición y el sentimiento andaluz estaba muy vivo. Muchas de aquellas personas eran de Jaén, de Almería o de cualquier rincón de Andalucía, y se sentían identificados con el Betis como seña de identidad que les acercaba a su añorada tierra.
He visto jugar en el Betis a grandes futbolistas que dejaron una honda huella en la afición, pero para mí, sin duda, fue Gordillo el jugador más importante, el que más hacía vibrar al campo con aquellas galopadas y aquellos centros medidos al área. Aquel chaval canijo y desgarbilado que vimos debutar con los juveniles se convirtió con el tiempo en uno de los mejores del mundo en su puesto y su ejemplo aún perdura entre los jóvenes por su entrega y su espíritu de superación. Junto a él nombres ya míticos como Cardeñosa, Diarte, Morán, Rincón, Anzarda, Ladinsky, o el recientemente fallecido Antonio Benítez, puede que el futbolística más representativo de la esencia del Betis, la cima y la sima, la gloria o el sainete...
El Betis ha pasado por todo tipo de visicitudes a lo largo de su centenaria historia, ha estado a menudo al borde de la desaparición, ha conocido las penurias de la tercera división e incluso ha estado durante años en manos de un sátrapa que lo usaba para sus negocios y lo dejó en la completa ruina, pero siempre ha salido airoso gracias al enorme cariño de su afición. Una afición que conoce como ninguna el sufrimiento y las penalidades y que por eso disfruta con muy poca cosa. Una afición única que siempre le demostró su enorme fidelidad y entrega.
Ahora el Betis pasa por momentos delicados, una vez más. A su penosa situación económica se une el desastre deportivo, o más bien este es consecuencia de aquello, herencia de la época anterior. En un contexto de deporte profesional es muy difícil competir sin una economía fuerte que te sustente. Si a esto le sumamos una situación accionarial inestable como consecuencia de un interminable proceso judicial el resultado es de desastre total. Un club de fútbol no puede ser manejado desde un juzgado, al menos no por tanto tiempo.
Parece que un año más volveremos a dar con nuestros huesos en la segunda división, con lo que eso supone desde el punto de vista económico, social y por supuesto deportivo. Cualquier club en la situación del Betis estaría al borde del colapso total, y probablemente de la desaparición, algo que no ocurrirá en el caso del Betis, que nadie duda de que sobrevivirá y volverá más pronto que tarde al lugar que le corresponde por historia y por apoyo social. Pero en estos difíciles momentos los béticos debemos intentar mantenernos unidos, huir de lo que nos separa y buscar lo que nos une, para que en el futuro nuestros hijos puedan disfrutar también de este sentimiento tan bonito que un día heredamos de nuestros mayores.
Cuando todo se normalice y el club esté en manos de buenos gestores llegarán seguro años felices y el Real Betis Balompié ocupará sin duda un sitio de privilegio entre los grandes de Europa, pero por el momento toca seguir sufriendo, un sufrimiento que dura ya demasiado...
De pequeño no lo tenía muy claro, mi padre era muy sevillista, y mi hermano mayor también, y yo me hice del Córdoba porque nos criamos en un precioso pueblo cordobés junto al Guadalquivir, El Carpio, del que me quedan algunos lejanos recuerdos de infancia, pues salí de allí con cinco años.
Lo del Córdoba se me pasó y poco a poco me fue conquistando el Betis, que era el equipo de mi barrio, pues vivíamos cerca del estadio y los goles se escuchaban fuerte y claro desde mi casa. También contribuyó el beticismo de mi madre, aunque jamás fue al estadio, y sobre todo el de mi querido Abuelo Juan, que era militar y había sido fundador del club a principios de siglo. Siempre lo recordaré acostado en su cama, escuchando a su Betis en aquella vieja radio Philips...dónde habrá ido a parar?
Mi padre nos llevaba los domingos por la mañana a Nervión a ver los partidos del Sevilla Atlético, y alguna vez a los del primer equipo. Recuerdo que aquello no me producía ninguna sensación especial, me daba igual, y cuando algo te da igual te termina aburriendo. El fútbol no se puede disfrutar sin pasión, a no ser que veas a Pelé, Maradona, Cruyff o Messi, que han sido los mejores de la historia.
El Sevilla no me conquistó, supongo que porque en aquella época el equipo que tenía no enamoraba a nadie, aunque había buenos jugadores, como Acosta o Berruezo. Recuerdo aquellos partidos, broncos, con el campo embarrado, la gente protestando y todo el mundo vestido con trajes oscuros, corbatas negras...era un club que había sido grande y andaba en horas bajas, y había un ambiente de cabreo en la gente, lo recuerdo todo muy gris, con poca alegría, poco colorido, aquel campo sin terminar...
Entonces empecé a ir al Betis, con un grupo de amigos del barrio, yo tendría 11 o 12 años, y en aquel equipo brillaba Quino, un gran delantero que luego se fue al Valencia y que al cabo de los años se hizo íntimo amigo mío, a pesar de la diferencia de edad. El equipo del Betis tampoco era gran cosa, pero el ambiente era más gamberro, más divertido y la gente iba al fútbol a pasarlo bien y no a protestar, al menos eso me parecía a mi, aunque también había sonoras broncas, pero incluso en las broncas el Betis era distinto.
Siempre me dio la impresión de que ambos equipos representaban a aquellas dos Españas de las que tanto se ha escrito: la del poder y la de la marginación, la de la ciudad y la de los pueblos, la que no quería que nada cambiase y la que soñaba con grandes cambios, la España del orden y la que soñaba con la libertad... Siempre vi al Betis como el equipo de la gente más "vacilona" y también el de la gente de los pueblos, gentes del campo, que para mí representaban el alma noble y pura de Andalucía.
A principios de los 70 llegó al Betis un húngaro llamado Ferenc Szusza, que fue el encargado de formar aquel mítico equipo que ganó la Copa del Rey en el 77, y cuya alineación nos aprendimos de memoria todos los aficionados españoles de aquella época, en especial su famoso centro del campo: Lopez, Alabanda y Cardeñosa, que se convirtieron en los ídolos de la afición bética y que con el tiempo también se harían amigos míos.
Aquel equipo, de la mano de su Presidente, Nuñez Naranjo, consiguió el milagro de pasar de 6.000 socios a 20.000, venían jugando juntos desde juveniles y lo hacían divinamente, era lo que se dice un equipo, aunque también sufrieron un descenso, justo el año después de ganar la Copa. El Betis siempre ha tenido fama de ser un equipo capaz de grandes hazañas y de tremendas "espantás", por eso le pusieron el apodo de "Currobetis", en referencia al famoso torero Curro Romero, que alternaba tardes de gloria con sonoros sainetes, y que también ha presumido siempre de bético.
Recuerdo que en aquellos años de juventud íbamos mucho a ver al Betis por cualquier rincón de España y hubo una ocasión que me impresionó especialmente. Era un Español-Betis, en el viejo campo de Sarriá, allá por el 79. Yo tenía ya 18 años y me empezaba a dar cuenta de que el Betis era algo más que un club. Cuando entramos al estadio vivimos algo súper emotivo. Había más gente del Betis que del Español, muchas mujeres iban vestidas de flamenca y había banderas verdiblancas por todas partes. La gente cantaba, reía, bailaba y bebía antes de empezar el partido, y cuando el Betis salió al campo, parecía que hubiera salido La Macarena, todo el mundo lloraba, se abrazaba y gritaban vivas al Betis y a Andalucía. Eran los años de la transición y el sentimiento andaluz estaba muy vivo. Muchas de aquellas personas eran de Jaén, de Almería o de cualquier rincón de Andalucía, y se sentían identificados con el Betis como seña de identidad que les acercaba a su añorada tierra.
He visto jugar en el Betis a grandes futbolistas que dejaron una honda huella en la afición, pero para mí, sin duda, fue Gordillo el jugador más importante, el que más hacía vibrar al campo con aquellas galopadas y aquellos centros medidos al área. Aquel chaval canijo y desgarbilado que vimos debutar con los juveniles se convirtió con el tiempo en uno de los mejores del mundo en su puesto y su ejemplo aún perdura entre los jóvenes por su entrega y su espíritu de superación. Junto a él nombres ya míticos como Cardeñosa, Diarte, Morán, Rincón, Anzarda, Ladinsky, o el recientemente fallecido Antonio Benítez, puede que el futbolística más representativo de la esencia del Betis, la cima y la sima, la gloria o el sainete...
El Betis ha pasado por todo tipo de visicitudes a lo largo de su centenaria historia, ha estado a menudo al borde de la desaparición, ha conocido las penurias de la tercera división e incluso ha estado durante años en manos de un sátrapa que lo usaba para sus negocios y lo dejó en la completa ruina, pero siempre ha salido airoso gracias al enorme cariño de su afición. Una afición que conoce como ninguna el sufrimiento y las penalidades y que por eso disfruta con muy poca cosa. Una afición única que siempre le demostró su enorme fidelidad y entrega.
Ahora el Betis pasa por momentos delicados, una vez más. A su penosa situación económica se une el desastre deportivo, o más bien este es consecuencia de aquello, herencia de la época anterior. En un contexto de deporte profesional es muy difícil competir sin una economía fuerte que te sustente. Si a esto le sumamos una situación accionarial inestable como consecuencia de un interminable proceso judicial el resultado es de desastre total. Un club de fútbol no puede ser manejado desde un juzgado, al menos no por tanto tiempo.
Parece que un año más volveremos a dar con nuestros huesos en la segunda división, con lo que eso supone desde el punto de vista económico, social y por supuesto deportivo. Cualquier club en la situación del Betis estaría al borde del colapso total, y probablemente de la desaparición, algo que no ocurrirá en el caso del Betis, que nadie duda de que sobrevivirá y volverá más pronto que tarde al lugar que le corresponde por historia y por apoyo social. Pero en estos difíciles momentos los béticos debemos intentar mantenernos unidos, huir de lo que nos separa y buscar lo que nos une, para que en el futuro nuestros hijos puedan disfrutar también de este sentimiento tan bonito que un día heredamos de nuestros mayores.
Cuando todo se normalice y el club esté en manos de buenos gestores llegarán seguro años felices y el Real Betis Balompié ocupará sin duda un sitio de privilegio entre los grandes de Europa, pero por el momento toca seguir sufriendo, un sufrimiento que dura ya demasiado...
sábado, 8 de febrero de 2014
Reflexiones desde el Aeropuerto
Escribo esto mientras espero mi vuelo de Barcelona a Sevilla, es viernes por la tarde, estoy cansado pero al mismo tiempo satisfecho e ilusionado con pasar el fin de semana en casa, o en el campo, aunque parece que el tiempo será lluvioso...la verdad es que no me importa demasiado, como buen hijo de agricultor, la lluvia siempre la recibo con alegría, como una bendición del cielo en esta tierra más bien seca donde no hace mucho se sacaban los santos en rogativa a la calle para implorar que lloviera...
El aeropuerto de Barcelona es un edificio fantástico y cosmopolita que rebosa vida y dinamismo. Se respira un ambiente optimista y agradable, como una burbuja dentro de un mundo deprimido y entristecido por la crisis. Te puedes encontrar con gente de cualquier parte del mundo, hay una mezcla fantástica de razas e idiomas que conviven sin el menor problema, gentes que van y vienen, y que matan el tiempo charlando, trabajando con sus modernos teléfonos y ordenadores o haciendo compras por alguna de sus muchas y bonitas tiendas. Los observo y pienso en las historias de cada uno, en sus sueños y sus problemas, cada persona es un mundo... los veo en general como gente que lucha por mejorar su vida y su entorno, y para los cuales el viaje no es un inconveniente sino algo divertido y estimulante que les ayuda a ser más abiertos y a tener una visión más amplia del mundo.
Este año estoy participando en "Tu cara me suena", un programa concurso de la tele que me obliga a pasar tres días en semana en Barcelona, ciudad de la que estamos disfrutando muy poco, porque prácticamente vamos del aeropuerto al hotel y del hotel al plató, sin tiempo para nada, solo trabajo y más trabajo. El programa es divertido, aunque muy cansado de grabar, nos hacen estar muchas horas en el plató, muchos ensayos, pruebas de vestuario, de maquillaje, pelucas, entrevistas, gags...
Para mi es una experiencia nueva, interesante, aunque no soy de los que mejor se desenvuelve en esto de imitar a otros artistas, entre mis compañeros hay muchos que lo hacen mucho mejor que yo, pero siempre se sacan cosas positivas, conoces gente nueva, te ven de otra manera...creo que está siendo una buena experiencia, y estoy agradecido por la oportunidad que me han dado de participar en el concurso.
Yo no tengo una formación adecuada para dedicarme al mundo de la escena. Y es una pena, porque me hubiera venido muy bien. El problema es que no tuve nada claro esto de cantar "en serio" hasta los 23 años más o menos. En mi época de formación yo pensaba dedicarme al deporte, quería ser profesor de Educación Física, y lo de la música era una pasión que la vivía como aficionado a escuchar a los grandes, sin pensar ni por asomo que eso podría un día convertirse en mi modo de vida
Empecé a cantar de forma espontánea, sin darle la menor importancia, como hacemos las cosas en el sur, con naturalidad, pero con el tiempo me fui dando cuenta de que en aquello había algo mágico, la música no era solo diversión, había emoción, yo veía que cuando cantaba se entablaba una especie de comunicación mágica y silenciosa con las personas que me estaban escuchando, y eso me hizo pensar en la idea de intentar profundizar en esa emoción, quería más, quería aprender, quería conocer los entresijos de la profesión, la técnica, lo que había detrás de los discos, y me di cuenta de que había un mundo maravilloso y desconocido para mi, unos misterios que quería desentrañar.
Y me convertí en un profesional, pero esa es otra historia...
A lo que iba es que me hubiera venido muy bien que alguien hubiera visto dotes artísticas en mi y me hubieran enseñado de pequeño solfeo, armonía, composición, canto, expresión corporal, piano, y tantas cosas importantes para un artista y que desgraciadamente no domino. Mi forma de cantar se basa en algo muy básico, actuar con naturalidad y sentimiento e intentar comunicar esos sentimientos a la gente. Realmente la mayoría de los grandes cantantes que conozco sufren el mismo problema, al menos en España, en otros países la formación artística es mucho más exigente.
Debido a esto tengo que enfrentarme con muchas limitaciones técnicas que me impiden desarrollar todo lo que tengo en mi cabeza y en cierta manera coartan mi creatividad.
En una tierra como Andalucía, con tanto talento para el arte, la música, el baile, etc se debería apoyar mucho más a las escuelas de arte, para que el talento no se pierda. Conozco mucha gente con grandes dotes artísticas que no han desarrollado todo lo que llevan dentro por falta de una formación y unos estímulos adecuados. También creo que faltan productores y managers con auténtica vocación y profesionalidad para sacarle partido al talento de los artistas.
Soy un enamorado de Andalucía y creo que es una tierra rica, con una cultura muy grande y muy antigua, con grandes paisajes, gran patrimonio histórico y gran diversidad, y me da mucha pena ver la cantidad de gente joven que hay sin futuro, o al menos sin fe en el futuro. Algo deberíamos hacer para darles una esperanza, en fin...
Escribo sin ton ni son, cosas que me vienen a la cabeza, desordenadas, no se si le interesarán a alguien, si es así estupendo, si no también...
Saludos
El aeropuerto de Barcelona es un edificio fantástico y cosmopolita que rebosa vida y dinamismo. Se respira un ambiente optimista y agradable, como una burbuja dentro de un mundo deprimido y entristecido por la crisis. Te puedes encontrar con gente de cualquier parte del mundo, hay una mezcla fantástica de razas e idiomas que conviven sin el menor problema, gentes que van y vienen, y que matan el tiempo charlando, trabajando con sus modernos teléfonos y ordenadores o haciendo compras por alguna de sus muchas y bonitas tiendas. Los observo y pienso en las historias de cada uno, en sus sueños y sus problemas, cada persona es un mundo... los veo en general como gente que lucha por mejorar su vida y su entorno, y para los cuales el viaje no es un inconveniente sino algo divertido y estimulante que les ayuda a ser más abiertos y a tener una visión más amplia del mundo.
Este año estoy participando en "Tu cara me suena", un programa concurso de la tele que me obliga a pasar tres días en semana en Barcelona, ciudad de la que estamos disfrutando muy poco, porque prácticamente vamos del aeropuerto al hotel y del hotel al plató, sin tiempo para nada, solo trabajo y más trabajo. El programa es divertido, aunque muy cansado de grabar, nos hacen estar muchas horas en el plató, muchos ensayos, pruebas de vestuario, de maquillaje, pelucas, entrevistas, gags...
Para mi es una experiencia nueva, interesante, aunque no soy de los que mejor se desenvuelve en esto de imitar a otros artistas, entre mis compañeros hay muchos que lo hacen mucho mejor que yo, pero siempre se sacan cosas positivas, conoces gente nueva, te ven de otra manera...creo que está siendo una buena experiencia, y estoy agradecido por la oportunidad que me han dado de participar en el concurso.
Yo no tengo una formación adecuada para dedicarme al mundo de la escena. Y es una pena, porque me hubiera venido muy bien. El problema es que no tuve nada claro esto de cantar "en serio" hasta los 23 años más o menos. En mi época de formación yo pensaba dedicarme al deporte, quería ser profesor de Educación Física, y lo de la música era una pasión que la vivía como aficionado a escuchar a los grandes, sin pensar ni por asomo que eso podría un día convertirse en mi modo de vida
Empecé a cantar de forma espontánea, sin darle la menor importancia, como hacemos las cosas en el sur, con naturalidad, pero con el tiempo me fui dando cuenta de que en aquello había algo mágico, la música no era solo diversión, había emoción, yo veía que cuando cantaba se entablaba una especie de comunicación mágica y silenciosa con las personas que me estaban escuchando, y eso me hizo pensar en la idea de intentar profundizar en esa emoción, quería más, quería aprender, quería conocer los entresijos de la profesión, la técnica, lo que había detrás de los discos, y me di cuenta de que había un mundo maravilloso y desconocido para mi, unos misterios que quería desentrañar.
Y me convertí en un profesional, pero esa es otra historia...
A lo que iba es que me hubiera venido muy bien que alguien hubiera visto dotes artísticas en mi y me hubieran enseñado de pequeño solfeo, armonía, composición, canto, expresión corporal, piano, y tantas cosas importantes para un artista y que desgraciadamente no domino. Mi forma de cantar se basa en algo muy básico, actuar con naturalidad y sentimiento e intentar comunicar esos sentimientos a la gente. Realmente la mayoría de los grandes cantantes que conozco sufren el mismo problema, al menos en España, en otros países la formación artística es mucho más exigente.
Debido a esto tengo que enfrentarme con muchas limitaciones técnicas que me impiden desarrollar todo lo que tengo en mi cabeza y en cierta manera coartan mi creatividad.
En una tierra como Andalucía, con tanto talento para el arte, la música, el baile, etc se debería apoyar mucho más a las escuelas de arte, para que el talento no se pierda. Conozco mucha gente con grandes dotes artísticas que no han desarrollado todo lo que llevan dentro por falta de una formación y unos estímulos adecuados. También creo que faltan productores y managers con auténtica vocación y profesionalidad para sacarle partido al talento de los artistas.
Soy un enamorado de Andalucía y creo que es una tierra rica, con una cultura muy grande y muy antigua, con grandes paisajes, gran patrimonio histórico y gran diversidad, y me da mucha pena ver la cantidad de gente joven que hay sin futuro, o al menos sin fe en el futuro. Algo deberíamos hacer para darles una esperanza, en fin...
Escribo sin ton ni son, cosas que me vienen a la cabeza, desordenadas, no se si le interesarán a alguien, si es así estupendo, si no también...
Saludos
martes, 4 de febrero de 2014
Marcos
Mi hijo Marcos es un alma libre.
Desde muy pequeño dejó muestras de poseer un talento especial para ciertas cosas, y un desinterés absoluto por otras. Su madre y yo, (sobre todo ella...), siempre hicimos lo que pudimos para que se esforzara en los estudios y pudiera alcanzar una mínima titulación que le permitiera aspirar en el futuro a un puesto de trabajo digno, cosas de padres, que nos empeñamos en trasladar a los hijos nuestros miedos y nuestras frustraciones...todo fue inútil. Para nuestra tristeza y desesperación, nuestro hijo pasó a engrosar la tremenda cifra de fracaso escolar que hay en Andalucía. Sin embargo, todos sus educadores y las personas que lo han tratado coinciden en que Marcos tiene un talento especial para el arte, en especial para la música y el dibujo, algo que esperemos que le sirva en el futuro para emprender un proyecto de vida, pero lo cierto es que en su etapa d formación no le ha servido de mucho.
El fracaso de Marcos en sus estudios no quiere decir que vaya a ser una persona fracasada en su vida. Ni mucho menos. Todos conocemos multitud de casos de personas sin ninguna titulación a las que después les ha ido bien, han montado prósperos negocios o han conseguido salir adelante con éxito en el arte, la cultura, la empresa o incluso la política...Pero no cabe duda de que su formación es muy incompleta, en parte por su falta de aplicación en el estudio y en parte también por el fracaso de un sistema educativo que no funciona bien. Muchos jóvenes, además, se desmotivan viendo las pocas oportunidades que el mercado de trabajo ofrece a los que si han conseguido una buena formación. La mayoría no encuentra trabajo y el que lo hace es en unas condiciones poco dignas. Los más audaces salen del país en busca de las oportunidades que aquí se les niegan, y muchos de ellos no volverán nunca, constituyendo una auténtica sangría de talento que será nefasta para nuestro futuro como país.
La suerte de Marcos es su carácter. Se trata de una persona feliz. Su mundo es sencillo, su felicidad también. Tiene la gran suerte de ser feliz con muy poco. Vive el presente y no le preocupa nada lo que pueda pasar en el futuro. Es alegre, simpático, comunicativo, sociable, se hace querer por todos, y además posee un encanto especial, una enorme facilidad para hacer amigos en todas partes.
Espero que tenga suerte en la vida y que no sufra demasiado. A veces las personas como él son las que más sufren, porque su mundo ideal se desmorona al contacto con la tozuda realidad de la vida diaria. Conozco a mucha gente así, yo mismo era muy parecido a él en mi juventud y he tenido que ir sometiéndome a las normas que gobiernan nuestra existencia, que, básicamente consisten en pagar religiosamente lo mucho que se consume y no mear mucho fuera del tiesto...
Tampoco fui yo muy buen estudiante que digamos, aunque a rachas sí, (casi todo en mi vida ha ido por rachas), pero me inculcaron a fuego un sentido de la responsabilidad que me impide sentarme a contemplar la vida plácidamente. Eramos nueve hermanos y mis padres nos educaron en los valores cristianos de siempre: el esfuerzo, el orden, la disciplina, la superación, la abnegación, la austeridad...cosas que yo, sin embargo, no he conseguido inculcar del todo a mis hijos, supongo que en parte porque son valores que no debo haber practicado con mucho convencimiento.
Marcos se está convirtiendo en un gran viajero, lo cual me llena de alegría porque creo que es una de las cosas que más ayudan a la formación de una persona. Conocer otros países y culturas le dará una visión más amplia del mundo y de la vida que la que pueda desarrollar en una preciosa pero modesta ciudad de provincias como es Sevilla, donde la vida discurre plácidamente en la seguridad de que no merece la pena moverse mucho de aquí porque nada hay en el mundo que se pueda comparar con esto...
En la actualidad, después de unos meses en Escocia, viaja por Argentina, en plan mochilero, y estoy seguro de que se enamorará de aquel gran país y posiblemente de alguna guapa "mina" de esas que te hablan y no sabes qué decir. Viaja solo, ligero de equipaje y sin billete de vuelta, algo difícil de entender para nuestro mundo cuadriculado pero que da una idea del tipo de persona que es, no quiere planes, su frase favorita es "ya veremos", algo que me ha oído a mi decir cientos de veces debido a esta profesión que no te permite hacer planes como a cualquier persona.
En el fondo me identifico plenamente con él y añoro no haber sido capaz nunca de hacer lo que él está haciendo, ponerse el mundo por montera y salir a navegar sin tener el rumbo demasiado claro. Ya tendrá tiempo de llevar una vida más tranquila y previsible, seguramente se casará, tendrá hijos, firmará hipotecas, y pasará a formar parte de este rebaño perfectamente domesticado y fácilmente manipulable que es la sociedad actual, pero de momento hace bien en disfrutar de su juventud y vivir con intensidad, con eso tan bonito y tan lejano para nosotros que es sentirse libre y dueño de tu propia vida.
Desde muy pequeño dejó muestras de poseer un talento especial para ciertas cosas, y un desinterés absoluto por otras. Su madre y yo, (sobre todo ella...), siempre hicimos lo que pudimos para que se esforzara en los estudios y pudiera alcanzar una mínima titulación que le permitiera aspirar en el futuro a un puesto de trabajo digno, cosas de padres, que nos empeñamos en trasladar a los hijos nuestros miedos y nuestras frustraciones...todo fue inútil. Para nuestra tristeza y desesperación, nuestro hijo pasó a engrosar la tremenda cifra de fracaso escolar que hay en Andalucía. Sin embargo, todos sus educadores y las personas que lo han tratado coinciden en que Marcos tiene un talento especial para el arte, en especial para la música y el dibujo, algo que esperemos que le sirva en el futuro para emprender un proyecto de vida, pero lo cierto es que en su etapa d formación no le ha servido de mucho.
El fracaso de Marcos en sus estudios no quiere decir que vaya a ser una persona fracasada en su vida. Ni mucho menos. Todos conocemos multitud de casos de personas sin ninguna titulación a las que después les ha ido bien, han montado prósperos negocios o han conseguido salir adelante con éxito en el arte, la cultura, la empresa o incluso la política...Pero no cabe duda de que su formación es muy incompleta, en parte por su falta de aplicación en el estudio y en parte también por el fracaso de un sistema educativo que no funciona bien. Muchos jóvenes, además, se desmotivan viendo las pocas oportunidades que el mercado de trabajo ofrece a los que si han conseguido una buena formación. La mayoría no encuentra trabajo y el que lo hace es en unas condiciones poco dignas. Los más audaces salen del país en busca de las oportunidades que aquí se les niegan, y muchos de ellos no volverán nunca, constituyendo una auténtica sangría de talento que será nefasta para nuestro futuro como país.
La suerte de Marcos es su carácter. Se trata de una persona feliz. Su mundo es sencillo, su felicidad también. Tiene la gran suerte de ser feliz con muy poco. Vive el presente y no le preocupa nada lo que pueda pasar en el futuro. Es alegre, simpático, comunicativo, sociable, se hace querer por todos, y además posee un encanto especial, una enorme facilidad para hacer amigos en todas partes.
Espero que tenga suerte en la vida y que no sufra demasiado. A veces las personas como él son las que más sufren, porque su mundo ideal se desmorona al contacto con la tozuda realidad de la vida diaria. Conozco a mucha gente así, yo mismo era muy parecido a él en mi juventud y he tenido que ir sometiéndome a las normas que gobiernan nuestra existencia, que, básicamente consisten en pagar religiosamente lo mucho que se consume y no mear mucho fuera del tiesto...
Tampoco fui yo muy buen estudiante que digamos, aunque a rachas sí, (casi todo en mi vida ha ido por rachas), pero me inculcaron a fuego un sentido de la responsabilidad que me impide sentarme a contemplar la vida plácidamente. Eramos nueve hermanos y mis padres nos educaron en los valores cristianos de siempre: el esfuerzo, el orden, la disciplina, la superación, la abnegación, la austeridad...cosas que yo, sin embargo, no he conseguido inculcar del todo a mis hijos, supongo que en parte porque son valores que no debo haber practicado con mucho convencimiento.
Marcos se está convirtiendo en un gran viajero, lo cual me llena de alegría porque creo que es una de las cosas que más ayudan a la formación de una persona. Conocer otros países y culturas le dará una visión más amplia del mundo y de la vida que la que pueda desarrollar en una preciosa pero modesta ciudad de provincias como es Sevilla, donde la vida discurre plácidamente en la seguridad de que no merece la pena moverse mucho de aquí porque nada hay en el mundo que se pueda comparar con esto...
En la actualidad, después de unos meses en Escocia, viaja por Argentina, en plan mochilero, y estoy seguro de que se enamorará de aquel gran país y posiblemente de alguna guapa "mina" de esas que te hablan y no sabes qué decir. Viaja solo, ligero de equipaje y sin billete de vuelta, algo difícil de entender para nuestro mundo cuadriculado pero que da una idea del tipo de persona que es, no quiere planes, su frase favorita es "ya veremos", algo que me ha oído a mi decir cientos de veces debido a esta profesión que no te permite hacer planes como a cualquier persona.
En el fondo me identifico plenamente con él y añoro no haber sido capaz nunca de hacer lo que él está haciendo, ponerse el mundo por montera y salir a navegar sin tener el rumbo demasiado claro. Ya tendrá tiempo de llevar una vida más tranquila y previsible, seguramente se casará, tendrá hijos, firmará hipotecas, y pasará a formar parte de este rebaño perfectamente domesticado y fácilmente manipulable que es la sociedad actual, pero de momento hace bien en disfrutar de su juventud y vivir con intensidad, con eso tan bonito y tan lejano para nosotros que es sentirse libre y dueño de tu propia vida.
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